Comentario a la resolución del Diario Oficial sobre Semillas Tradicionales.

¿En qué se traduce el reconocimiento de las semillas tradicionales?

Más que un reconocimiento, es un desconocimiento a la naturaleza de las semillas campesinas tradicionales. Y hoy día mundial de las luchas campesinas es muy relevante hablar del esto.

En la Naturaleza las plantas evolucionan y se adaptan gracias a la polinización cruzada. Así nacen las semillas, que se llaman de polinización abierta. El reino vegetal se cruza por naturaleza, sólo así asegura diversidad y capacidad de adaptación.

Las plantas cultivadas han evolucionado con la humanidad gracias al poder de observación de agricultores por milenios. Es importantísimo que reconozcamos esta naturaleza de las plantas y que valoremos la inmensa diversidad que aún existe de biodiversidad cultivada en nuestro país y el planeta. 

Esta agrobiodiversidad sólo se mantendrá evolucionando y adaptándose en manos de agricultores como siempre lo ha hecho. Es lo que llamamos “fitomejoramiento campesino”, algo que siempre ha existido pero que es necesario relevar dentro de la ciencia y la experimentación campesina que reconocemos con un aporte valioso y generoso para la mejora continua e integral de los cultivos y las prácticas asociadas.

El enfoque del Ministerio de Agricultura es claro, y esta resolución lo demuestra. Por un lado busca validar y fomentar la privatización y el lucro sobre un bien que consideramos común, las semillas, que son herencia de l@s campesin@s del mundo para la humanidad. Por otro lado se potencia la industrialización y homogenización de los cultivos, y por tanto de la dieta, esto trae sólo erosión (entiéndase pobreza), tanto biológica como cultural.

Como Cooperativa Semilla Austral, compartimos la opinión de Anamuri sobre dicha Resolución. Un real reconocimiento de las semillas tradicionales no buscaría cercarlas y regularlas, ni a las semillas, ni a quienes las cuidan y mantienen.

¿Qué cambia a partir de esto?

Este reconocimiento es una distinción, es parte de una serie de declaraciones dirigidas a restringir aún más a las comunidades campesinas y a los pueblos originarios que todavía, resistiendo, cultivan y mantienen vivas sus semillas. 

La resolución no afecta mayormente nuestro trabajo como guardianas de semillas, pero es el primer paso para comenzar a normar/regular/limitar más y más lo que hacemos.

Se puede ver claramente que este camino llevará a limitar la circulación libre de las semillas campesinas y tradicionales, y la razón es clara, por su riqueza genética y sus características ellas son el principal insumo para el fitomejoramiento corporativo (que viene aparejado de derechos de propiedad intelectual - DPI), y al mismo tiempo, por la clara tendencia del mercado a consumir alimentos sanos, locales, estacionales, biodiversos y agroecológicos/orgánicos, ellas representan una amenaza para las grandes empresas semilleras que son el primer eslabón del sistema agroindustrial de producción y consumo.

Las semillas tradicionales se cruzan y se pueden cruzar con las que tienen ya derechos restrictivos de circulación (híbridos comerciales y transgénicos principalmente sujetos a DPI), esto se llama contaminación genética y perjudica de forma irreversible a los agricultores, haciéndoles perder para siempre las variedades que han heredado y mantienen. 

Pero vivimos en el mundo al revés, donde no se reconoce que las semillas son un regalo, fruto de la creación de la Naturaleza y de las y los campesinos que han criado por generaciones sus semillas. Entonces, gracias a este tipo de arremetidas legales, resoluciones, políticas, etc. se permite el robo legal de semillas y se da un evidente espaldarazo a las mega-corporaciones productoras de semillas y agrotóxicos (paquete tecnológico que siempre viene de la mano), que venden millones de millones de dólares anualmente, movilizando el sistema monetario pero aniquilando nuestras economías y sus posibilidades futuras.

¿El reconocimiento es un cambio positivo, por qué?

No lo es. Como era de esperarse se hizo a puerta cerrada, otra vez. 

Nuevamente, esta resolución nos parece una confirmación más de que el Gobierno de Chile sirve a las empresas semilleras transnacionales y a quienes operan en el país erosionando los la diversidad biológica, empobreciendo los suelos, contaminando las aguas, creando dependencia, borrando la memoria y el conocimiento ecológico local, dañando la salud de las y los habitantes de Chile, expulsando a la población rural de sus tierras, eliminando las posibilidades y la calidad de vida de futuras generaciones, llegando incluso a vulnerar derechos fundamentales.

¿Considera que faltaron aspectos que incluir en la resolución?

Lo que necesitamos es que se reconozca legalmente nuestro derecho legítimo como agricultores a vender las semillas que cuidamos, sin que nos persigan.

Por el contrario, necesitamos que se valore y se apoye nuestra labor con políticas y acciones concretas, no sólo de parte de la sociedad, sino también de parte del Estado. Necesitamos que nos escuchen, no que nos catastren. Las semillas que cuidamos son fruto de un trabajo que no descansa, ni por generaciones, son el resultado de un cariño enorme y un compromiso infinito con la Vida. 

Nuestro principal objetivo es garantizar alimento sano y suficiente a las presentes y futuras generaciones, creemos que hace falta una política que incentive y promueva la producción ecológica de semillas, que sea clara al respecto y que apunte al auto-abastecimiento nacional.

El objetivo de las semilleras industriales y del Gobierno que las apoya con este tipo de resoluciones es la producción de dinero, y el dinero ya sabemos, no alimenta. Somos un país semillero, con 4 estaciones y condiciones excepcionales para la producción de semillas de hortalizas, somos el sexto país productor de semillas transgénicas en el mundo y  exportamos toda nuestra producción.

Debemos ser much@s, cultivando y manteniendo las semillas vivas, bajo el suelo vivo, seleccionando con diversidad de criterios en nuestros diversos territorios, climas y contextos socioculturales y socioecológicos. Adaptando nuestra semilla para la producción local, dinamizando las economías territoriales y generando niveles crecientes de autonomía y bienestar.

Lamentablemente, todo este tipo de normativas se cocinan a puerta cerrada.

¿La resolución reconoce las semillas, sus cuidadores y permite el intercambio de estas, regulado? ¿Antes cómo era?

Bueno, se supone que el trueke es ilegal porque está fuera del sistema de comercio y no tributa, por este motivo y por motivos de "sanidad" los intercambios se decía que eran ilegales... Pero siempre se hicieron, de hecho como principal estrategia para que la semilla siguiera caminando y adaptándose. También sirvió para el ingreso de lo nuevo, como el kale, que reemplazó al yuyo. Hay varios ejemplos.

Hoy tenemos semillas locales originales y semillas heredadas traídas de otras culturas y territorios, inclusive afrodescendientes. Cada cultura camina y evoluciona con sus semillas. La semilla campesina es generosa.

La semilla industrial es débil y pobre genéticamente hablando. La semilla industrial no es fértil ni confiable, no es heredable ni reproducible. 

Hago la pregunta: ¿Queremos ser una cultura industrializada y homogénea, que camina y depende de la semilla industrial y de los agrotóxicos? O mejor ¿queremos ser una cultura ecológica, que valora la diversidad, la cooperación, la autonomía y la adaptabilidad? 

Si hay que hacer un reconocimiento, es que las semillas son un bien común y que deben caminar libremente, de las más diversas formas para proliferar y seguir maravillándonos, como siempre lo han hecho.

Ver artículo anterior Ver artículo siguiente